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Mostrando entradas de 2014

El Bosque de la Noche - Djuna Barnes. La fatiga de interpretar y contextualizar.

Es esta una novela intocable, que pasa por ser una de las cumbres narrativas del siglo XX. Para llegar a tan feliz conclusión, al lector le espera un arduo trabajo: El de leer una novela corta que se hace larga, por mor de una expresión lingüística autobligada a colocar una metáfora, un oximorón o cualquier otro adorno literario cada poco más de tres líneas. No hay exageración en lo que digo: Todo el relato camina con la torpeza inherente a la acumulación de brillantes disquisiciones sobre lo dicho en la frase anterior, a un extremo tal, que el exasperado lector se verá a menudo en la necesidad de releer la parrafada, para hilvanar significados a veces tan arcanos y ambiguos, tan inescrutables, que solo queda seguir leyendo como si nada, empujando esta trenzada historia amorosa entre tres mujeres muy disímiles y algo esperpénticas, un convidado de piedra en forma de judío errante que no entiende nada, y un doctor O'Connor que se perfila con demasiada evidencia como el vocero de l

Justine - Lawrence Durrell. La maestría de retratar sin definir.

Zambullirse en los viejos maestros, es un eterno recordatorio de buen hacer literario, de cómo se plasma una realidad sin dar explicaciones ni aclaraciones al lector. Como en un lienzo, las pinceladas van cayendo aquí y allá, a veces de un modo que se diría anárquico, pero que van conformando un paisaje cada vez más nítido, hasta su concreción final, cuando el rotundo cuadro ante nuestros ojos no deja lugar a la duda, o no a más dudas de las que desea el autor. A menudo, un relato se explicita con maneras casi panfletarias, tratando de guiar al lector, presentarle una óptica indubitable, aclararle todo concepto. Rescatemos entonces a Durrell en este Justine , primer fresco del Cuarteto de Alejandría, para reencontrarnos con la maestría de retratar sin definir. Los personajes van descendiendo sobre sus páginas casi con apatía, con referencias cruzadas de unos sobre otros, evocaciones, comentarios, cartas y diarios, recuerdos no siempre nítidos. En primera persona, el protagonista v

Duermen bajo las aguas. Carmen Kurtz

Hay libros que le atrapan a uno desde el título, pero también hay títulos sugestivos que luego no se compadecen de las expectativas suscitadas por ellos mismos. Entre los que siempre me impactaron, me vienen a la memoria Eloisa está debajo de un almendro , El hombre que fue jueves , Duermen bajo las aguas . Abordé la obra de Carmen Kurtz esta primavera, casi como una asignatura pendiente. Su autora se inclinó pronto por la literatura infantil y nunca repitió el aldabonazo de esta narración, a cuya sombra fue quedando desdibujada del panorama literario nacional. Me embaulé entonces Duermen bajo las aguas , a la que me acerqué sin la mínima noción de su contenido, y me dejó un sabor agridulce: De un lado, me supo a poco la prosa previsible y desfasada, agravada por un relato que por momentos me evocaba Mujercitas ; la deriva vital de una joven de clase alta a la que la vida ha tratado bien, manteniéndola en una burbuja rosada, muy al margen de la realidad; una burbuja que explota