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Mostrando entradas de 2019

Tacones en la Arena, de Lola Quintanilla: Vivencias para pensar.

No sé cómo calificar Tacones en la Arena . No es, evidentemente, un relato de ficción, y es una lástima, porque si lo fuera aún podríamos pensar que estas cosas no ocurren o ya no ocurren. Tampoco es propiamente un ensayo, ni siquiera un relato historiado de sucesos verídicos, aunque sería lo que más se aproximaría. Es más bien un sumario de hechos alarmantes que dan que pensar; quizás un toque de atención, tal vez incluso un yo acuso . Lola Quintanilla , a quien tuve el gusto de conocer en la presentación gijonesa de su libro (mujer observadora, profunda y a ratos inquietante), nos cuenta en primera persona una porción de historias que le han sido relatadas por las protagonistas; mujeres todas maltratadas por alguna arista de una vida a menudo cruel. Con nombre propio, desgrana cada una su dolor, su desesperanza, su amor y desamor. Fátima es el desgarro por una vida dual de refugiada y acogida. Mamen es la frustración del sobrepeso que no encaja en ningún esquema. Adela, la anciana

Imperiofobia, de María Elvira Roca Barea. Un ensayo imprescindible.

Precede a este ensayo la fama de sus ya veintidós ediciones y no para; y he de decir que es en mi opinión fama justa, porque el libro ha supuesto un aldabonazo en mi esquema histórico de España, y creo que lo habrá sido también en sus decenas, sino centenares de miles de lectores; incluso para aquellos que como yo, ya hayan dedicado tiempo y ganas al conocimiento de nuestra historia. Roca Barea aborda el siempre espinoso asunto de nuestra Leyenda Negra, abundando además en otras leyendas negras de otros tantos imperios históricos, tal cual Roma, Rusia o Estados Unidos; si bien la parte del león en el ensayo se la lleva el Imperio Español. Y la aborda con tal profusión de datos, matices y argumentos, que a ratos resulta apabullante; al punto de lograr que el lector pase del asombro al humor e incluso al enfado, en aquellas ocasiones en las que los datos comparados que la autora aporta, producen estupor. Conocía yo, por ser de mi interés, muchas de las realidades y circunstanci

Juntacadáveres. Volviendo a Onetti.

Se me achaca querencia por los escritores latinoamericanos. Es una acusación cierta, no puedo evitarlo; aún más, soy de la opinión de que manejan el idioma mejor que nosotros. No vamos a descubrir a Onetti, claro, pero uno nunca deja de sorprenderse con el alcance de su prosa, especialmente en lo que toca a la profundidad del tratamiento psicológico de sus personajes, el modo en que describe cada uno de sus pensamientos, aprensiones, temores y deducciones, milímetro a milímetro, sin una palabra de más ni de menos. Juntacadáveres es un capítulo más en el universo literario de Onetti, de su Santa María, de La Colonia de los suizos, de sus personajes transitando sucesivas novelas: el médico Díaz Grey, Barthé el boticario, el padre Bergner, el propio Larsen, más conocido por su apelativo de Juntacadáveres o simplemente Junta; empeñado en este relato que de alguna manera continúa El Astillero (otra obra cumbre del autor), en alcanzar su viejo sueño de montar un prostíbulo en Santa Mar