Es esta una novela intocable, que pasa por ser una de las cumbres narrativas del siglo XX. Para llegar a tan feliz conclusión, al lector le espera un arduo trabajo: El de leer una novela corta que se hace larga, por mor de una expresión lingüística autobligada a colocar una metáfora, un oximorón o cualquier otro adorno literario cada poco más de tres líneas. No hay exageración en lo que digo: Todo el relato camina con la torpeza inherente a la acumulación de brillantes disquisiciones sobre lo dicho en la frase anterior, a un extremo tal, que el exasperado lector se verá a menudo en la necesidad de releer la parrafada, para hilvanar significados a veces tan arcanos y ambiguos, tan inescrutables, que solo queda seguir leyendo como si nada, empujando esta trenzada historia amorosa entre tres mujeres muy disímiles y algo esperpénticas, un convidado de piedra en forma de judío errante que no entiende nada, y un doctor O'Connor que se perfila con demasiada evidencia como el vocero de la autora de la obra; un personaje a través del cual se emite todo el discurso social, moral y humano que pudo parecer rompedor en los años treinta, pero que ahora lo pone a uno medio apático. Discurso como digo, acribillado de metáforas, frases ingeniosas y claroscuros bastante conseguidos, pero tan abundantes que terminan por asfixiar el relato y aburrir al lector. Una lástima, porque el magnífico retrato psicológico de Robin o la desesperación de O'Connor, no necesitaban tanta guarnición ni tanta pólvora. El plato así cocinado habría carecido de estridencias, hubiera sido sobradamente contundente, y más veraz.
Interesante monografía del prolífico autor madrileño, publicada hace ya más de veinte años (2003), pero que conviene recordar en estos tiempos de relato parcial. Bien documentada y provista de copiosa bibliografía, la obra termina de desmentir la especie de que el terror en el bando republicano fue obra de incontrolados y milicianos, sin una participación del poder político que en todo caso, se opuso. Una teoría ya muy desprestigiada y carente de argumentos, pero que en la fecha de esta publicación todavía era objeto de debate. Inicia Vidal planteando el concepto mismo de cheka durante el terror rojo de 1917, bajo los dictados de Dzerzhinsky, para trasladarlo a nuestra península bajo la inspiración revolucionaria de Pablo Iglesias (el fetén), al que dibuja con desconocimiento económico, su dogmatismo y su desprecio parlamentario, cuando llega a decir que los socialistas “estarán en la legalidad mientras ello les permita adquirir lo que necesitan, fuera de la legalidad cuando ell...
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