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Tacones en la Arena, de Lola Quintanilla: Vivencias para pensar.


No sé cómo calificar Tacones en la Arena. No es, evidentemente, un relato de ficción, y es una lástima, porque si lo fuera aún podríamos pensar que estas cosas no ocurren o ya no ocurren. Tampoco es propiamente un ensayo, ni siquiera un relato historiado de sucesos verídicos, aunque sería lo que más se aproximaría. Es más bien un sumario de hechos alarmantes que dan que pensar; quizás un toque de atención, tal vez incluso un yo acuso.


Lola Quintanilla, a quien tuve el gusto de conocer en la presentación gijonesa de su libro (mujer observadora, profunda y a ratos inquietante), nos cuenta en primera persona una porción de historias que le han sido relatadas por las protagonistas; mujeres todas maltratadas por alguna arista de una vida a menudo cruel. Con nombre propio, desgrana cada una su dolor, su desesperanza, su amor y desamor. Fátima es el desgarro por una vida dual de refugiada y acogida. Mamen es la frustración del sobrepeso que no encaja en ningún esquema. Adela, la anciana soledad sin futuro ni presente. María el corazón roto por la traición de un hombre. Carmela, la monja que se liberó del horror de negarse a la vida. Raimunda es la madre de un joven al que el entramado de intereses y sectarismo que crece al calor de la Ley de Violencia de Género, ha destrozado la vida y privado de su hija. Gemma es la sobreviviente de una de esas enfermedades raras, el Lyme, a cuya sombra ha atravesado un páramo de incomprensiones, prejuicios y ausencia de soluciones médicas en el claroscuro de nuestra Sanidad…


Así desfilan 18 mujeres, contándonos su verdad a menudo desafiante de cualquier bastión de corrección política y convenciones intocables. Cierra Lola su libro con sus propias cavilaciones de mujer curiosa e inquieta, decepcionada por tantos motivos con los que se despacha a gusto.


Tacones en la Arena no deja indiferente; supone un llamado a la reflexión sobre aquellas cosas que damos por supuestas (quizás porque nuestros jóvenes no guardan memoria de horror alguno), y sobre la existencia misma, en última instancia.


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